«La montaña es un exprimidor perfecto para dar lo mejor de ti mismo»

Alberto Akerman. Guía de montaña en campamentos de verano.

22 años. De Barcelona. Vive en Madrid donde estudia para ser veterinario. Además de los animales, la montaña es su gran pasión. Blog: Aker al rescate. Frase: “Experiencia no es lo que te sucede, sino lo que tú haces con lo que te sucede”. Jason Miller.

Aneto

Alberto es un enamorado del montañismo, la escalada, el trail running y todo tipo de deporte que se haga en la montaña. Desde hace siete veranos va al valle de Benasque un par de semanas de julio con un grupo de jóvenes –entre catorce y dieciocho años- para desconectar, disfrutar del medio natural que más le gusta y subir al Aneto, “un pico muy especial que se lo ha dado todo”. Los últimos cinco años ha acudido en calidad de guía, una suerte de líder que capitanea a todo el grupo de chavales. Su objetivo es transmitirles los valores de la montaña y hacerles comprender que “la cima no es más que un punto”. Alberto entiende que la felicidad está en el mientras y no en el cuándo, es decir, que lo importante es gozar de la ascensión y lo de menos es llegar a la cumbre.

El valle de Benasque es el valle de los sueños y la montaña del Aneto es la cima de los imposibles.

Empezamos filosóficos.

Allí he vivido cosas increíbles, es un concentrado de muchas emociones y sensaciones. Soy un enamorado de ese valle y de su gente sobre todo.

¿Qué entiende por increíble?

Dormir con mi compañero de escalada en la cima del Aneto es una de las cosas más bonitas que he hecho en mi vida. O hacer vivac en el valle, contemplar una lluvia de estrellas, ver a chicos -que no se habían puesto nunca unas botas- darlo todo en el glaciar para llegar a la cumbre, el entusiasmo vital del personal del refugio de la Renclusa…

¿Qué ha aprendido en la montaña?

Muchísimo. Lo que más me ha enseñado es a ser humilde. Allí arriba no decides tú, decide ella. Ya puedes tener un gemelo del tamaño de un portaviones que si se te cierra el día no vas a poder subir, o no deberías subir.

Me imagino que algún día le habrá pillado la tormenta…

En el 2009 bajando del Aneto con un grupo de veinte chavales, hacía un día fantástico pero de repente se tapó todo el cielo y en diez minutos no se veía nada por la niebla y empezaron a caer rayos, agua, nieve y piedras.

¿Qué hicieron?

Se han de tomar decisiones de seguridad. Utilizamos la radio y nos dijeron que perdiéramos altitud. Era bastante crítico al llevar a mucha gente detrás pero saqué una cuerda y fuimos bajando poco a poco. Al cabo de un rato amainó.

No es tan sencillo ejercer de líder.

Ser el líder de una expedición recae en la confianza. Yo sé que si llevo un grupo les voy a llevar por el mejor camino, les voy a enseñar todo lo que he ido aprendiendo y voy a minimizarles los riesgos, gestionando la ruta y las condiciones meteorológicas. Pero la mayor responsabilidad es a nivel humano.

¿A qué se refiere?

Una expedición, una cima, no es exitosa si no te has ayudado entre todos. La montaña es un exprimidor perfecto para que la gente dé lo mejor de sí misma. Por ejemplo, la dinámica de llevar una mochila entre dos, de tal manera que sólo la mitad carguen con peso, o que haya un paso un poquito más expuesto y se echen una mano les ayuda a sentirse implicados en que todos lleguen juntos arriba.

Todos para uno y uno para todos.

Así es. Es impresionante ver cuando uno está hecho polvo como, de repente, el grupito que va con él, que también están cansados, empiezan a cantar y chillar para que la otra persona se sienta acompañada y vea que no está sola en eso… Cuando veo semejante sarao, sonrío y pienso: “Esto es lo que busco”. A partir de ahí las cosas salen solas…

Benditas excursiones.

La montaña es un gimnasio de las personas. Más allá de ejercitarte a nivel físico, creces interiormente. Te entrenas a ayudar y a ser mejor persona tanto con los demás como contigo mismo.

¿Se puede mantener el espíritu montañero al descender y volver a casa?

Obviamente, aquí abajo se puede hacer lo mismo. En vez de compartir la cantimplora cuando el otro se ha quedado sin agua, si alguien me pide media hora de su trabajo o un rato de conversación se lo voy a dar. Creo que son cosas que podemos proyectar en la vida diaria sin problema.

Creo que voy a planificarme alguna ascensión durante este verano.

Sin duda es un gran plan. Además, el Pirineo catalán es un tesoro. Yo ahora que estoy de vacaciones voy los siete días de la semana por Collserola a correr. Cuando en dos horas no me cruzo con nadie entre los bosques me siento como en la montaña.

¿Nunca le da pereza?

Sí, claro. Ojo, si estás muy cansado quédate en casa y al día siguiente bórdalo. Pero si habías tomado la decisión de salir a correr es por algo: porque lo necesitabas, te apetecía o tenías que hacerlo. Quizá no te aprietes tanto el día que te da pereza, pero ten buenas sensaciones por poco que hagas, todo suma.

El sofá suele ser un mal amigo.

Hay una filosofía de un corredor de montaña que se llama Edu Luque que dice que “todo está en el coco”. Si estás motivado vas a conseguir lo que te propongas, para mí la motivación es lo que te va a ayudar a ser constante.

“Just do it”.

Eso es, lo importante es moverse, hacer algo. Tu casa ya la conoces y ya sabes lo que va a pasar. Le vas a dar al mando de la tele y se va a encender. En cambio, cuando vas por la montaña te puede pasar de todo, desde encontrarte con un jabalí a pegarte un traspié e irte de morros al suelo, que también pasa. Yo necesito sentirme a tope para poder estar a tope.

P.D: Si quieres tener un recuerdo de esta entrevista en forma de camiseta con la frase “Experiencia no es lo que te sucede, sino lo que tú haces con lo que te sucede”, click aquí.

2 comentarios en “«La montaña es un exprimidor perfecto para dar lo mejor de ti mismo»

  1. Genial Alberto. Ciertamente lo que más aprendes en la montaña, sea ascendiendo, haciendo footing, simplemente paseando o en BTT, como yo, a parte de evitar cada vez más riesgos y saber asumirlos, es el factor humano: humildad, colaboración y entrega, que aunque en el día a día suelen olvidarse por las tensiones externas, es fácil recordarlas tan solo con acercarte a una ventana y mirar al cielo. Un abrazo, tito Julio.

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