Joan García de Mendoza. Testigo del amor de Dios.
29 años. Nació en Vilassar de Mar. Vive en Barcelona. Vicario de la Parroquia de la Virgen de la Paz. Acompaña varios grupos de catequesis de jóvenes. Frase: “He tenido muchos problemas, la mayoría de los cuales nunca me han ocurrido”. Montaigne.
«Alter Christus»
Mosén Joan es un sacerdote cuya vivencia plena y auténtica del don de Dios le permite iluminar a todo aquel que se le acerca. De hecho, su fe es como un tesoro que comparte con los demás. Vivir en Dios le hace ver que él no es un fin en sí mismo, sino un medio para evangelizar este mundo. Su vocación pasa por estimular a los feligreses a que escuchen la llamada de Dios. Una llamada a amar al prójimo, «tanto a tu propia familia como a un chino de la provincia de Sichuan», y a ser sal en la Tierra. Aunque hoy en día ser cristiano suponga ir a contracorriente, Mosén Joan está convencido de que los valores de Cristo son los que llevan a conocer el verdadero amor y apuesta por que los fieles sean el germen transformador de esta sociedad ya que, como bien dice, “una sopa ya coge buen gusto con una pizca de sal”.
A los 10 años decidí que quería ser sacerdote.
A esa edad los niños juegan a la Play.
Una cosa es la edad física y otra la psicológica. Desde pequeño mi familia me enseñó a rezar y reflexionar. Yo tenía muy claro que la vida va de ser feliz. No se trata de perder tiempo, sino de invertirlo. Hay que aprovecharlo.
Y entró en el seminario.
Sí. Me hicieron esperar un año pero mi decisión seguía siendo la misma. Abandoné todo lo que hacía y entré en el seminario. Dieciséis años más tarde me ordené sacerdote.
¿Es feliz?
Sí.
¿Por qué?
Soy feliz… preguntar el porqué no sé si es correcto…
… ¿Cómo?
Ésta es una mejor manera de plantearlo… Conozco y medianamente vivo el amor que Dios me tiene. Y no sólo lo vivo en la mente sino también en coherencia en mi vida. En todo he aprendido a ver signos del amor de Dios, de su presencia. ¡Cómo no voy a ser feliz cuando experimentas que todo es gracia!
¿Darse a Dios es darse a los demás?
Es exactamente lo mismo. Uno que se da a los demás vive en Dios, lo confiese o no, porque Dios es amor. En tanto que amas, aunque te proclames ateo, estás viviendo en Dios.
¿Cómo pone en práctica sus convicciones?
Desde la mediocridad, porque entre lo que hizo Jesucristo y lo que hacemos nosotros, uno honestamente se da cuenta de que es muy mediocre. En el arte del amor, cuánto hay que aprender.
Ilústreme.
Amar es un don, es regalarse, es servir, es dar valor a lo que realmente tiene valor y quitárselo a lo que no lo tiene. Dar a tu vida un sentido de servicio y de enriquecer a los demás.
El amor implica tanto dar como recibir.
Así es. Tenemos mal entendido el amor, no sabemos amar. El amor es gratuito y nos cuesta mucho dejarnos amar. Nos sentimos en deuda. Es lo del sermón de la misa del domingo.
Cuénteme.
Pedí un voluntario y se levantó una chica. Le dije que viniera al púlpito. Le di dos besos y un abrazo y le entregué una rosa. Le hice volver a su sitio y le pregunté: “¿Qué te ha parecido este gesto de amor?” Y se quedó con una cara de pensar “y ahora qué tengo que decir…”
Pobre…
Sin esperar a que respondiera le dije: “tú ahora estas pensando en la obra de amor que el Mosén te ha hecho al darte una flor, pero la verdadera obra de amor la has hecho tú que te has desinstalado de tu comodidad y delante de toda esta gente, con la vergüenza que tienes, has salido y has venido”. Esto es amar, salir de sí mismo y darse al servicio.
Queda claro.
En el fondo era una acusación a los demás que esperaban a que alguien se levantase. Amar es arremangarse y hacer las cosas. Porque si no las haces tú, ¿quién las hará?
Implicarse conlleva un esfuerzo.
Nos conformamos con subsistir, no con amar. Con tener gestos de cariño en vez de amor auténtico.
¿Usted predica con el ejemplo?
Hace unos días murieron cuatro chicas del barrio en un accidente de coche. Me llamó una madre cuya hija era íntima amiga de una de las víctimas. Me dijo que fuera a verla, que la consolara. Darse es cuando un padre te llama y te dice: “sé que tú te dedicas a esto, hazlo”. Y dejas de hacer lo que tenías para ir a verla. No es ser chaquetero, es hacer de tu vida un acto de servicio.
¿Qué respuesta podemos dar ante la muerte?
Ante la muerte no se puede decir nada en palabras, pero junto contigo rezo y me confío a la misericordia de Dios. Ante el absurdo o el misterio, yo me quedo con el misterio. El dolor es absurdo, pero más allá del dolor el cristiano sabe ver la resurrección.
Cruz y resurrección. ¿Es una paradoja?
La paradoja es dos realidades aparentemente contrarias pero que forman parte de una unidad. Significa literalmente “la gloria que se ve a través de lo aparente”. A través de la muerte entrevemos la resurrección.
¿Cómo se explica que la vida sea tan dura y a la vez maravillosa?
Casi todo en esta vida es una paradoja. La vida es dura y es una maravilla. Estamos acostumbrados a hacer disyuntivas, poniendo ‘o’, ‘o’, cuando en el fondo son conjuntivas.
‘Y’, ‘y’.
Claro. La vida es larga y dura y fantástica y triste y alegre y maravillosa…. Pero a veces te centras en una cosa y a veces te centras en la otra. El cristiano está llamado a poner el acento en la presencia de Dios.
¿A centrarse siempre en lo bueno?
Dice el dicho que un cristiano triste es un triste cristiano. Aquel que vive en comunión con Dios, que reza, que ama, tiene una vida luminosa, a veces dolorosa, pero luminosa.
P.D: Si quieres tener un recuerdo de esta entrevista en forma de camiseta con la frase “He tenido muchos problemas, la mayoría de los cuales nunca me han ocurrido”, click aquí.
Una fantástica persona y una fantástica entrevista…
Vaya crack!
Un gran testimonio de amor y ejemplo en el día a día. Os recomiendo que vengáis a escucharle los domingos a la parroquia.
La mejor entrevista Juan!
Muy buena la entrevista, sincera y sentida.
Propositos que nos hacen reflexionar mucho!!!