Irene Montrucchio. Medallista de bronce en los JJ.OO de Londres con el equipo de natación sincronizada.
20 años. De Barcelona. Vive en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat pero duerme en casa. Estudia Farmacia en la UB aunque no puede asistir a clase. «Al ser deportista de élite puedo tomarme todo el tiempo que quiera». Le encanta pintar para relajarse y bailar jazz. Frase: “Nadie sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta” Publio Sirio.
Espíritu de superación
Los Juegos Olímpicos de Londres nos hicieron vibrar a todos este verano. Nuestros deportistas consiguieron diecisiete medallas y nuestras casas se contagiaron del espíritu olímpico. Una de estas alegrías nos la brindó el equipo de natación sincronizada en forma de bronce en la final de rutina libre. Sus integrantes eran conscientes de que estaban haciendo historia. Por eso, como explica Irene, el día de la final, antes de saltar al agua, “nos cogimos de las manos, cerramos los ojos y nos transmitimos mucha fuerza y energía para que todo saliera bien”. Y así fue. Por detrás de las rusas y de las chinas pero con el orgullo de mantener el listón a pesar de haber hecho un cambio generacional desde los Juegos de Pekín. Irene era una de las que se estrenaba en Londres. Ha llegado a la cumbre después de mucho sacrificio y también muchas renuncias. Todo lo que ha conseguido es mérito suyo. Mucha parte del éxito reside en atesorar un gran espíritu de superación y la cabeza bien amueblada. ¡Felicidades Irene!
¿Cómo empezó a hacer natación sincronizada?
Cuando era pequeña hacía natación y también bailaba. A mi madre le dijeron que había un deporte que combinaba la natación y el baile, por aquella época era muy poco conocido. Lo probé y me empezó a gustar.
Desde entonces su carrera ha sido meteórica.
He ido pasando por todas las etapas. De los seis a los diez años era una actividad extraescolar más. Era una chica muy movida y mis padres me apuntaban a todo porque querían cansarme. Luego ya pasé a hacer competición con el Club Kallipolis. El primer campeonato de España en el que participé quedamos primeras. A los trece años me cogieron en la Federación Catalana y me cambié a la Blume -un colegio para deportistas- para poder entrenar más horas. A los diecisiete Anna Tarrés (la seleccionadora española) me llamó.
Toda su vida dentro de una piscina.
Si no me gustase no lo aguantaría.
¿Cuántas horas entrena?
Muchas. Cada día entrenamos diez horas, de las cuales sólo una y media son fuera del agua. El domingo es el único día de descanso.
¿El cuerpo ya lo aguanta?
Aprendes a encontrar la calma interior de tu cuerpo. Mi entrenadora nos quiere cada día al cien por cien.
Me imagino que habrá días que estará más cansada que otros…
Sí, pero hemos de entrenar en todas las condiciones porque en la Olimpiada también hay días que estás más cansada que otros. Tienes que tenerlo entrenado por si te ocurre en la competición.
¿Y si se pone enferma?
El año pasado en un campeonato en Sheffield (Inglaterra) nos cogió un virus intestinal a ocho de las diez que éramos. Teníamos que competir sí o sí. Hicimos lo que pudimos.
“Los ganadores nunca abandonan; los que abandonan nunca ganan”.
Anna Tarrés nos exige mucho. Es muy dura, ella lo sabe. De hecho, le encanta que se lo digan. Pero, por otro lado, tiene una capacidad de motivación muy grande, siempre saca lo mejor de nosotras. Es una persona que no tiene límites y consigue que nosotras tampoco los tengamos.
Una persona de máximos…
Tiene ideas que de primeras las vemos imposibles de realizar. Pero luego lo probamos y acaba siendo lo mejor de la coreografía. Por ejemplo, este año el ejercicio del puente en que una chica salta como si fuera un delfín lo hemos conseguido hacer sólo con cuatro chicas debajo, cuando estábamos acostumbradas a hacerlo con siete. (*ver foto final)
¡De alguna manera habrá que tratar de ganar a las rusas!
Las rusas llevan desde el 2000 ganando y son cada vez mejores. Técnicamente tienen un nivel muy alto, son buenísimas. En la parte artística es donde podríamos llegar a ganarlas. Por eso siempre tratamos de innovar y buscar nuevas ideas para impactar más en el público y en los jueces.
Hablemos de los Juegos. ¿Cuándo supo que iría a Londres?
¡La semana antes del inicio! Anna nos reunió y nos dijo que había sido un año muy duro en el que todas nos habíamos esforzado un montón. Pero, como ya sabíamos, sólo iban a ir nueve de las trece que somos. Las mayores son titulares fijas pero las pequeñas como yo siempre estamos ahí, ahí…
¿Cumplía un sueño?
Sí. El año anterior había sido muy duro para mí. Me machacaron mucho con el tema del peso y estuve a punto de dejarlo. Pero sabía que quedaba un año para la Olimpiada y tenía opciones de ir.
¿Ha tenido que esforzarse mucho?
Yo no destaco por ser talentosa. No soy muy flexible, ni tampoco una chica alta y delgada. Digamos que no tengo las cualidades perfectas para hacer sincronizada. Pero la clave está en la cabeza, no sólo en el físico. Lo bueno que tengo es que soy muy constante y trabajo muchísimo. He dedicado muchas horas para llegar aquí.
Al entrar en el estadio olímpico con la delegación española debió sentirse recompensada…
Nunca lo olvidaré. Cuando le dieron la bandera a Pau Gasol y entramos al estadio estábamos todos súper emocionados. Me acuerdo que íbamos desordenadísimos, corriendo por allá. Yo tenía la piel de gallina. Iba con una amiga con la que empecé a los seis años, las dos estábamos alucinando. Fue una pasada.
¿Y ganar una medalla ya debe ser el non va plus, no?
No nos lo podíamos ni creer. Aspirábamos a medalla pero conseguirla fue muy fuerte. Cuando subimos al podio no podía parar de llorar. Fui la única que empezó llorando y acabó llorando. Fue muy emocionante.
¿A quién dedica el bronce?
A mi amiga Claudia, murió hace unos meses en un accidente de coche. Nos conocíamos desde bebés y quería ir a la Olimpiada para dedicárselo. En el podio llevaba una camiseta con una foto suya debajo del uniforme. Me acordé mucho de ella.
Seguro que está muy orgullosa de usted. Siga así.
¡Muchas gracias! Os espero este próximo año en los Mundiales de Natación de Barcelona, en la piscina que montarán en el Palau Sant Jordi.
Ejercicio del puente. Irene es la que sujeta el pie derecho. P.D: Si quieres tener un recuerdo de esta entrevista en forma de camiseta con la frase “Nadie sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta”, click aquí.
Enhorabuena por tu fuerza, ganas, ilusión y corazón. Forza e avanti